Papá, Mamá
¡NO SE PEGA!

¿Cuántas veces repite un adulto “NO SE PEGA” a un niño?
Que un niño, en la primera infancia, pegue es normal. Sí, es normal. Es parte de su correcto desarrollo. Carecen de habilidades sociales que irán adquiriéndolas a través del adulto. Es su capacidad de poner límites, de expresar su desacuerdo y ciertas emociones. El niño irá aprendiendo, conforme esté listo, a expresarse y poner límites de una manera respetuosa y efectiva,. Y lo irá aprendiendo del adulto, a través del ejemplo y su correcto acompañamiento, aportando herramientas.

Pero…. ¿Qué pasa con el adulto que pega a su hijo? 
Un manotazo en la mano, en el culo, un cachete, en la cabeza, cogerlos de su cuerpo y traquetearlos, apretarles… todo eso es pegar. Y ¡NO SE PEGA!. Cuando un adulto pega a un niño es que no ha sabido gestionar sus emociones, carece de herramientas para gestionar su enfado, rabia, ira. No tiene herramientas para acompañar a sus hijos en su desarrollo.

Es necesario que los adultos (ya sean padres, abuelos, tíos, educadores, etc.) que se relacionan con niños, adquieran herramientas de autocontrol, aprendan cómo gestionar sus emociones, conocer y entender las necesidades y el desarrollo de los niños para poder acompañar a los niños desde el respeto, la empatía y el cariño. No puede normalizarse que un padre/madre pegue a un niño. No hay ningún motivo para pegar porque ¡NO SE PEGA! ¡NUNCA!

¿Y qué hacemos cuando vemos a un padre/madre pegando a su hijo? ¿Lo permitimos? ¿Intervenimos? Ser padres no nos da ningún derecho sobre nuestros hijos y mucho menos a golpearles. Ni un manotazo, ni un cachete en el culo, ni en la mano, ni traquetearlo….porque ¡NO SE PEGA!. Debemos intervenir, de la mejor manera que sepamos, y comunicarle a ese adulto que hay otras maneras de educar a nuestros hijos. Porque no sirve “cada uno cria a sus hijos como quiere/sabe/puede”. NO! ¡NO SE PEGA! No se puede permitir, no se puede normalizar.

Es importante darse cuenta, ser honesto y tener humildad para poder cambiar lo que no sirve. Pedir ayuda y acudir a psicólogos, escuela de padres… donde sea necesario y aprender a gestionar las emociones, a poner límites desde el respeto y el amor y adquirir herramientas.

Cuando estés fuera de control, antes de levantar la mano (y poco a poco mucho antes), respira. Respira profundo, muchas veces hasta volver a la calma.
Cuando entres en un estado de frustración, rabia y/o enfado con tu hij@, mírale y piensa que lo está haciendo lo mejor que sabe, que necesita saber que le quieres pese a su comportamiento y sentir que es importante para su familia.

Así que, aprendamos de una vez que

“Papá, Mamá
NO SE PEGA!